domingo, 19 de julio de 2009

El Buffet

Estuvo ubicado en distintos lugares del Club. Atendido por los socios todos los días de la semana. Me cuenta Jorge Ferro que en esa época, las primeras del Club, el Tesorero por muchos años fue Don Wenceslao Krojzl, “Crois” para los muchachos, y que era quien recibía diariamente lo recaudado en el buffet. Era un hombre muy respetado y muy querido. Apreciado por su dedicación y empeño en tener las cuentas de la caja bien claras, controlador del dinero del Club, activo en todas las actividades y un hombre de palabra. Extremaba tanto sus controles sobre las recaudaciones y gastos de la Institución que la anécdota que todos me cuentan consistía en medir con una varita el líquido que quedaba en las botellas entre un turno y otro de los socios que atendían el buffet. Y debían indicarle cuantas bebidas de cada botella habían vendido. Por supuesto tenía que coincidir exactamente el faltante con la recaudación. Por eso lo querían tanto. Bueno, también me cuentan, que como el bufetero de turno tenía que pagar lo consumido, a veces agregaba agua a las botellas antes que llegara “la varita medidora”. Hasta que un día le agregaron agua a la botella de anís, y por el color que tomó el líquido, el Tesorero se dio cuenta de la picardía.
- Sabés donde hacía los balances: “en hojas de papel de almacén” hasta que compraron un cuaderno; y cuando nos pagaban el viaje hasta canchas que estaban lejos había que entregarle el boleto; pero nunca se equivocaba -me dice “Cholo” Narbone-
- Y estaba bien – le dije- y se acordó que nosotros cuando estábamos en la Sub-Comisión de Deportes lo hacíamos con todos los gastos e ingresos.
Más adelante los socios atendían solo Sábados y Domingos y de Lunes a Viernes Don Marcelino y Don Lara.
Los dos abuelos muy queridos por todos nosotros. Que esfuerzo hacían todos los días para que el Club estuviese abierto. Es famosa la anécdota de Don Marcelo. Resulta que estábamos todos los jovencitos pidiéndole cosas todos juntos y él no podía a la vez atender nuestros pedidos. Oscar Castaño le pide un café que había que preparar y Don Marcelo, atorado por todos, le pide:
-“Porque no te tomás una Coca-Cola que está fresquita, pibe” Por supuesto que entre las risas de todos “Oscarcito” accedió a la sugerencia del abuelo.
Cientos de personas colaboraron desinteresadamente en esta labor que solventó y solventa por años las actividades del Club. Grandes cocineros nuestros socios y amigos que pasaron, pasan y dejaron sus recuerdos gastronómicos.
Siempre se adaptó a las épocas y sus costumbres. El Estaño, la barra, el mostrador, las mesas de amigos, la mesa de las barajas, la mesa del dominó, la mesa del ajedrez, el billar, la mesa familiar, el pago de la vuelta o ronda de amigos, la romana entre amigos. Hoy es muy familiero, vemos amigas y amigos compartir su tiempo de ocio con un café, unas bebidas o una comida; familias que diariamente comparten con sus hijos la cena o un emparedado. Y también llegamos a la casa de socios y vecinos llevándoles nuestras exquisiteces.
En muchas épocas, me recuerdan que tuvo las características familieras de hoy. Pero siempre fue el lugar de reunión, descanso después de la jornada laboral y estudiantil. Las mesas de discusión de todo tipo, la gracia, la alegría y la broma que desde hace muchos años está siendo representada en un programa televisivo; no saben lo que se pierden los autores si viniesen a vernos a nosotros en las reuniones de la mesa del Club.

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